Cred. foto: Fernando Etulain

“No se trata de usar ideas escultóricas en arquitectura, se trata más de hacer escultura a través de ella’.

Gordon Matta-Clark.

Las maneras de cómo percibir la ciudad, las ciudades, siempre son multiformes, dinámicas, nunca quietas, un flujo de energía que demanda recorrerlas, leerlas, enunciarlas. El trabajo de Daniel Ventura parte de la experiencia corporal con la ciudad y sus bordes y extensiones, mismas que se manifiestan como circunstancias insalvables reconfigurado territorios que cambian todo el tiempo. Esta forma de pensar y vivir la dimensión de lo citadino está estrechamente ligada al vínculo concreto entre el hombre y la tierra; una investigación de largo alcance en donde el artista propone la espacialidad como un horizonte, una distancia crítica del cuerpo en relación a su entorno. Lejos de apropiarse del lenguaje de la arquitectura que, como disciplina intenta contener en espacios delimitados la planeación y funcionalidad de las grandes ciudades, Ventura recupera la percepción-mirada de lo urbano como una escisión-corte que replantea a través de gestos escultóricos.

Es a partir de esta condición perceptiva y espacial de la metrópoli, que el artista propone sus ‘quinchas’, una serie de emplazamientos que sugieren una nueva taxonomía tridimensional. Las quinchas son sistemas de construcción ancestrales que tienen su raíz en regiones de Sudamérica y del Perú. En lengua quechua, las quinchas refieren a un muro o cerco. Es así que Ventura retoma estas formas constructivas para producir entidades abstractas que no responden a funcionalidad alguna sino a una experiencia de lo individual-corporal; levantamientos que acaso contienen un guiño ‘anarquitectónico’ a la manera de Matta-Clark, probablemente por su inercia radical de pensar el espacio y la ciudad con aquello que permanecía fuera de la arquitectura.

Violeta Celis Curadora.