VERÓNICA BAPÉ
«ABUNDANTE COSA»
Enero 2018

VERÓNICA BAPÉ

Ciudad de México, 1981.

Es artista visual. Se formó en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado ENPEG “ La Esmeralda” en la Ciudad de México. En 2015 participó de una residencia de producción artística en Fundación Bilbao Arte, Bilbao, España. En 2017 fue acreedora de una Mención Honorífica en la XII Bienal de Pintura Joaquin Clausell, al igual que una Mención Honorífica en la X Bienal Nacional de Pintura Alfredo Zalce en la disciplina de Pintura en 2016 y obtuvo un Premio de Adquisición en la Bienal de las Fronteras, Matamoros, Tamaulipas en 2015.


Su trabajo ha sido expuesto en Düsseldorf, Berlin, Manheim,Venecia, Ottawa, Montevideo, Rio Grande do Sur, Saltillo, Sonora, Morelia, Oaxaca, Tamaulipas, Puebla y Cd. de México. Ha colaborado para la Ex Molino: Taller editorial en la publicación Elegías y Poemas, Marceline Desbordes – Valmore, y para la editorial ALIAS en la publicación “Campos de acción: entre el performance y el objeto, 1949-1979”, su obra ha sido publicada en las revistas Nomastique, Universidades y Nota al Pie. Recientemente obtuvo una residencia artística en ArtHouse, Tulum.

Fotos: Fernando Etulain

ABUNDANTE COSA

«Artista interesada en la incesante simultaneidad entre la presencia y la ausencia en que se construye la realidad. Aquel movimiento pendular, señalado por Roland Barthes en el Grado cero de la escritura, que expresa un gesto definitivo: el lenguaje devela el mundo, pero también lo oculta. De forma semejante, Bapé ha dicho respecto de su práctica: “¿Qué busco? Resolver algunas preguntas que tienen que ver con aquellas cosas que se encuentran escondidas dentro de lo visible…” Lo cual se traduce en un ejercicio por leer el mundo a través de la franja que va del testimonio al recuerdo, para así exponer el espectro entrevisto que media entre la imagen y la visión. Abundante cosa  es la remembranza de un relato anegado por la neblina, como sucede en la prosa de Sergio Pitol, o por el resplandor, como ocurre en la poesía de San Juan de la Cruz, de lo inefable. Es el relato en primera persona de un único testigo, la artista misma, transitando la abundancia y el misterio de la selva durante la noche. Aunque quizá sea exagerado decir relato y convenga más hablar de una estampa difusa o un nombre errante. Sea de un modo u otro, empleando óleo sobre cera o hilo sobre fieltro, la intención de la artista es la misma: afirmar su memoria ante el asedio de lo inconmensurable, que es otra forma de transitar la oscuridad y el silencio. Verónica Bapé así lo apuntó: “Ví la selva / Toqué su abundancia en la oscuridad de la noche / Pero no pude sostenerla y me perdí. / Anduve a tientas, sin certeza. / Yo ví la selva.»

Christian Barragán

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