«Es una de las calles del Centro que aún no ha sido remodelada para apantallar turistas, se mantiene fiel a su personalidad ecléctica, sucia y vibrante. El 123, en un tramo de concreto donde mismo confluyen bares de poca monta, que sirven cerveza desde tempranas horas a los empacadores de periódicos, locales que reparan y venden electrodomésticos a los mejores precios y vagabundos locales, está este proyecto que lleva gestándose desde hace seis años, dentro de ese caos ordenado que es el Centro.»
Esta casa es una historia loca y complicada con muchas personas involucradas y ese es el resultado. Y el mundo tiene que ser así, una mezcla de todo.